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Solo fue un accidente.

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Escribo esto con el ojo derecho rojo al 87, 3% mostrando ciertas dificultades para mantenerse abierto con decencia y una pierna en alto con una bolsa de guisantes congelados encima de la rodilla que, aún pareciendo la cabeza de un niño de 13 meses, no me resulta mona y lo último que quisiera decirle es cuchi-cuchi.

Tengo toda la esperanza puesta en 2024 (había escrito por error 2014 y me he tenido que reír, porque chica, lo mío es ir siempre tarde) porque terminé el año regular. El 2 de diciembre un coche no miró bien-bien al girar a la derecha y en plena calle Alcalá le dio un buen viaje a la moto en la que yo iba de paquete. Nos tiró al suelo y chupamos bastante acera rodeados de gente en las terrazas de los bares comiendo torreznos y viendo con ilusión que el puente de diciembre ya asomaba el hocico.

En el suelo me dolió todo y a la vez nada.

Me faltan menos 10 capítulos para terminar Urgencias, la de George Clooney, y he visto demasiados accidentados entrar por la puerta de urgencias.

Estaba tirada en el suelo cuando una señora se acercó corriendo gritando soy médico y un bombero de paisano me sujetaba la cabeza. Veía a gente alrededor, llamando a la ambulancia o, yo qué sé, igual estaban haciendo Tik Toks. Yo solo respondía a todas las preguntas diciendo «la pierna» y suplicaba que me quitasen el casco porque (sentía que) no podía respirar. Tampoco llorar. Decía lo de Urgencias porque yo notaba cómo me desangraba por la pierna izquierda y nadie se daba cuenta. Me tocaba con prisa el vaquero negro para ver dónde estaba el charco de sangre y no lo encontraba. Y esto era lo típico que el paciente parece que está bien pero al girarle le ven un boquete o una grieta en la carne que le hace jurar bandera. Vino la ambulancia y me subieron a la camilla. Me quitaron las UGG que había estrenado ese día y que habían quedado marcadas de por vida. Sé que muchos pensaréis: la buena noticia es que ya no tienes unas UGG. Bueno. Llegó el momento de enseñar las piernas, me pusieron una sábana encima y me bajaron el pantalón. No había sangre por ningún lado y les pedí perdón por no ir bien depilada.

Durante estos dos meses, a ratos me entra la rabia pensando que el tío del coche habrá pasado unas navidades increíbles, que se habrá ido a Nueva York, que habrá podido ir de compras buscando el regalo de Reyes perfecto, que habrá podido correr la San Silvestre o hacer mil viajes de la cocina al salón en Nochebuena. También pienso que lamentablemente no se acordará de mí. Aún así, no puedo más que pensar que son cosas que pasan. Que por eso a mí me da miedo conducir, porque en un segundo puedo tirar al suelo a una persona y con suerte no matarla.

De camino al hospital, el conductor de la ambulancia me hablaba (para entretenerme) del capítulo de Urgencias en el que […] muere, me contaba que hasta lloró y yo me puse a llorar porque no quería morirme. Les volví a pedir perdón a los dos por estar llorando. Llegamos a la puerta del hospital y en el momento de abrir la ambulancia nos tuvimos que reír porque les dije que por favor tuviesen cuidado, que volcar de la camilla bajando de la ambulancia sería lamentable. Luego no fue para tanto. Era mi primera vez en ambulancia.

Mujer, 35 años, accidente de moto.

Necesitaban hacerme radiografías y yo estaba en esos días de no saber si se había producido el milagrito del embarazo. Me hicieron la prueba y al rato vi a dos enfermeras cuchichear. Me hice ilusiones. Bastantes. Tumbada en bragas en un box de urgencias tapada con una sábana que juraría que no era de 900 hilos egipcios, ida de dolor, empecé a pensar en la anécdota tan bonita que tendría. Me ilusioné pensando cómo le contaría a la gente que supe que estaba embarazada gracias a un accidente de moto tonto. Nos reiríamos juntos. Me cambió la cara. Las enfermeras del turno de noche comentarían esta historia con sus compañeras antes de irse por la mañana. Al irme me darían la enhorabuena mientras dirían «vaya tela!». Todo el drama a punto de convertirse en una maravillosa anécdota. Ya casi ni me dolía la pierna.

Pero no, solo fue un accidente.

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